sábado, 27 de septiembre de 2008

El bibliotecario, según Fabrizio Ferri Benedetti

El perfil de personalidad de un bibliotecario suele obedecer a algunos criterios estándar, que nuestro conocido equipo de etólogos, liderados por Herr Doktor Putten, ha recogido para la ocasión. El bibliotecario típico se define por los siguientes elementos:

Temperamento flemático

Marcha regular y lentísima, rozando los pies por el suelo de forma inaudible - Paso de la momia

Mirada intensa, de búho

Tono de voz bajo y suave

Gestos solemnes y hieráticos

Ropa de por lo menos 30 años de antigüedad - por ejemplo una t-shirt del estreno de Star Wars

Tez pálida y polvorienta

No parecen necesitar nunca los lavabos, ni parecen tener sed o hambre

Tienen una cultura general amplia, pero la ocultan

Sienten una mezcla de desprecio/envidia hacia aquellas personas cuyos estudios son "específicos"

Todo esto no constituye una novedad: al pasar la mayor parte de su vida rodeados por papel impreso, los bibliotecarios han desarrollado un life-style opuesto al que hubieran adquirido trabajando en un prostíbulo. Tocar un bibliotecario es algo gravísimo: suelen quedarse bloqueados y con los ojos desgranados. Sonreírle a un bibliotecario no surte efecto apreciable - aunque algunos afirman que puede tener consecuencias positivas a largo plazo*. El lenguaje de un bibliotecario es muy restringido, y se puede enumerar sin problemas:

Cof cof

Ssshhhh

Eh

¡Silencio!

¿Mmm?

Ah..

¡Ssssshhhhhh! (Seguido por la extensión del cuello hacia arriba, como una tortuga)

¿Su carnet?

Grrtghflb

Llevas retraso acumulado

Lo siento, no está disponible

Lo siento, lo tiene un profesor

¿Quieres hacer una reserva? No funcionará

¿Un préstamo interbibliotecario? Tarda mucho

Es un libro de "sólo consulta"

No encuentro el CD que iba incluido, lo siento

¿Que buscas qué??

Las revistas están por ahí (Indica un punto indefinido en el espacio)

Los bibliotecarios no tienen la culpa de ser como son: el Homo Sapiens es una especie que se adapta muy bien a cualquier ambiente, y el bibliotecario es un funcionario que se ha adaptado de maravilla a los libros. Su misión en esta vida es defender a los libros del mundo exterior, compuesto por bárbaros y salvajes que pretenden hacer con el conocimiento algo más que acumularlo y conservarlo en estanterías.
La natural desconfianza que el bibliotecario desarrolla hacia el usuario es tal que en toda biblioteca que se precie existe un surtido de trampas y peculiaridades arquitectónicas concebidas para alejar al visitante lo más pronto posible del lugar:

Horarios restringidos

Pocos sitios de lectura

No hay aire acondicionado

No hay salas de descanso

La clasificación de los libros es aparentemente caótica (192.45 SKI 1973)

Las fotocopiadoras, si las hay, no funcionan, o no devuelven el cambio

Hay pocos ejemplares de los libros más consultados

La sección de revistas científicas cuenta con una selección pobre y no actualizada**

El catálogo por ordenador tiene una interfaz user-enemy, y tarda años en hacer un query

El suelo de la biblioteca está encerado, con lo que producirá ruido si uno lleva zapatillas de deporte

El usuario es alguien que no trabaja: merece por lo tanto un trato descortés y frío

Hay que convertir en imposible cualquier operación de préstamo

Los préstamos deben durar menos que los de un videoclub

En cierto sentido, la actitud del bibliotecario es comprensible, puesto que muchos usuarios no merecen el apelativo de humanos: los hay que vienen a la biblioteca a hacer pic-nic, a besar la novia, a bromear con los amigos, a recibir llamadas con el móvil, etcétera (como veis, llevo algunos genes de bibliotecario en mi ADN). Lo más molesto, con todo, es que el nombre del bibliotecario sea algo secreto y poderoso.

Conocer, de hecho, el nombre del bibliotecario, permitiría un trato más cordial con éste. Pero los bibliotecarios, conscientes de que deben mantener una reputación de deshumana eficiencia, lo ocultan. Llegar a saber el nombre de un bibliotecario (o de una bibliotecaria, claro), es un grandísimo logro, y puede abriros las puertas a un privilegios impensables.***

* Es como cantarle a las plantas para que crezcan más rápido

** Por desgracia, el Más Allá y el Man siempre están disponibles

*** Como tener acceso a una fotocopiadora, o anular un retraso de dos días

(Publicado en "Etología del bibliotecario". La cosa húmeda, Blog de FFB (Algernon)

1 comentario:

bibliotecaria dijo...

Hola RAQ, nada de acuerdo con la opinión de Fabrizio Benedetti, es el estereotipo que nos adjudicaron y ¡cuánto nos cuesta sacárnoslo! no?
Igualmente muy bueno el post...
Te invito a visitar mis blogs
http://elblogdelabibliotecaria.blogspot.com/

http://blogs.clarin.com/detodoinformacion/posts

Cariños. Vilma