jueves, 18 de septiembre de 2008

La preservación de libros en el Antiguo Egipto

En la novela de Laiseca "La hija de Kheops", Cetes, el mago y astrólogo del faráon, construye en secreto la biblioteca, criptoteca o papiroteca, a salvo de las inclemencias del tiempo y los ladrones.
"El mago eligió, para la excavación de su gruta secreta, un lugar enmascarado por salientes líticas y situado unos veinte codos reales por encima de las arenas [...] La intención de Cetes era construir una biblioteca entre tales rocas, llena de papiros de la Ciencia: libros de magia, alquimia, astrología, medicina. Historia egipcia y cuanta cosa se supiese del mundo hasta ese momento: por ciertas o por leyenda [...]
El mago había ya construido una parte de la galería de acceso a la gruta, cuando su discípulo-niño no aguantó más. "¿Estás construyendo tu tumba, Maestro?", dijo temblando de miedo ante la perspectiva. "¿No pensarás morirte, verdad?". A lo cual Cetes contestó con santa paciencia: "No hijito, este es un lugar de sabiduría. Algo que intento regalar a las generaciones venideras. Muchas bibliotecas serán quemadas en Egipto en los milenios que vendrán. Intento pues dejar un legado a los hombres. Procuro con esto, vencer a Seth, dios del mal y enemigo de todos los libros. Voy a llenar el hueco con papiros y luego a sellarlo como si fuese una tumba. A nadie deberás hablarle de esto, por más amigo que sea. No me traiciones; mira que confío en ti". "Jamás hablaré una palabra, Maestro. Aunque amenacen con matarme" ....
Cetes construía tan alto su biblioteca por dos razones: para dificultar su localización, y a fin de impedir la consecuencia más funesta de las tormentas que a veces estallan en el desierto: las inundaciones. Cada treinta años cae, sobre cualquier desierto, por lo menos una catarata feroz y diluvial. Previó incluso que los vientos con agua se las ingeniasen, con sus ráfagas, para penetrar al interior de la caverna deteriorando a los papiros. Si cada cien años tenemos tres tormentas, en seis milenios el lugar sufrirá ciento ochenta embates meteorológicos. Los deterioros son acumulativos, aunque estén separados por grandes lapsos, de modo que en el diseño de su criptoteca tuvo en cuenta ese detalle. La entrada, toda de piedra, naturalmente, al igual que el resto, tenía forma de nido de hornero. Cetes jamás vió un nido de éstos, pero supo inventar lo mismo que el instinto dicta al pájaro: desde la entrada tenemos una galería que se curva hacia la izquierda. De ahí arríbase al recinto central, lleno de huevos, o pichones (o libros). En esta forma la tempestad, cuando golpea con fuerza, sólo llega a mojar las paredes del túnel de acceso [...]
Trabajaba sin apuro. El tiempo de los antiguos era diferente del nuestro. Obraban eliminando las urgencias pues todos los planes eran para miles de años. En esos casos uno tiene que adoptar la lentitud y resistencia de la eternidad. A su imagen y semejanza. Uno no es eterno pero obra como si lo fuera. Para que alguien lo sea."
Laiseca, Alberto. La hija de Keops. Buenos Aires, Emecé, 19 --. p. 95-97.

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